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Astro papá

No duele tanto...  porque tenías forma de estrella, porque curabas con sal de mar donde mas dolía. No duele tanto... porque fuiste un roble de amor oculto, un sorbo a sorbo tras un suspiro. No duele tanto... porque la muerte está honrada de tenerte y la vida contigo agradecida. Por eso no duele tanto y cuando duele, regresa tu sonrisa como una mariposa trayendo el vuelo de un broma. Brillan tus ojos, pasea tu mirada  por los rincones sin importancia donde crece alguna nostalgia. Por eso aún cuando duele no duele tanto, porque estás con nosotros  mas allá del aquí y el ahora.

Aniversario

Un año es suficiente para que algunos niños y niñas balbucen en busca del abecedario, para que prueben la miel por vez primera y se den de bruces contra el suelo al intentar andar. Tres años son necesarios para entender lo que se oye y preguntar el por qué,  también para diferenciar el plural del singular.  Seis años son adecuados para lograr tener concentración y poder leer,  salir del pensamiento mágico y hacer amigos. Pero ni año, ni tres, ni seis son suficientes para enterrar la memoria de un padre. Aunque en un año se desordenen sus huesos en la tierra, se recuerdan todavía sus abrazos firmes. Aunque aquellos dientes no muerdan más que el polvo, se mantienen siempre vivas sus sonrisas.  Y sobre todo aunque duela tanto que no se soporte, se soporta... porque el amor más allá de la vida lo hace posible.

La fascinación

 Arañar la tierra. Un piano solo, un mensaje eliminado, tomar ansiolíticos, beber manzanilla, estar adolorida. Identificar las salidas de emergencia, tras pedir ayuda, decir socorro y gritar auxilio.  Arrancar las raíces. El reloj de arena, la copa de sangre, el mito de Hades y Perséfone, el síndrome de Estocolmo, la intoxicación de litio, la magia negra, el presente continuo, las palabras agrupadas en una lista. Sembrar la semilla. Los laberintos de los que se sale volando, las fosas comunes, las fronteras invisibles, el campo minado, los cuerpos que el mar ahogo y devolvió sin vida, las fases lunares, el volcán, las arenas movedizas. Adorar a Tlaloc.

Despedida

El último beso siempre está buscando su destinatario, porque llega tan tarde que no alcanza mejilla ni frente alguna, queda tan perdido como un eslabón que no se une más que a la nada, es un beso de nadie.  Los abrazos son diferentes, más puntuales, por eso llegan a tiempo de todo, ya sea para levantar un derrumbe o para afianzar una construcción,  son versátiles y se entregan a pecho descubierto.  Pero el último, no, ese duele como la picadura de una araña. La última caricia es temeraria, después de que se la advierte prefiere no prestar atención y pecar de ingenua.  Hace lo que le place, por eso llega de forma inesperada y a la hora que le da la gana. Ignora que se avecina una tormenta, una ruina. ¿Y el último poema? Ese es un brindis de envenenada medicina.

En síntesis

No entiendo el tiempo ni los astros, no uso siglas ni nomenclaturas; pero sí sé que en una balanza entre la explotación del ser para producir  y la humanidad con todos los sentidos, siempre elegiré la presencia. No diferencio lo importante de lo urgente, no discrimino lo prioritario de lo simple; pero sí sé que en una balanza entre la distinción de honor y la sanación del dolor,  prefiero sentirme las entrañas que condecorarme poniéndome un traje con medallas. Te veo en el trono del pasado, te tengo introyectado en mi presente continuo, te abrazo difunto en el vacío fértil,  te he buscado incesantemente entre la figura y el fondo.  He proyectado toda mi necesidad de amor  al campo organismo-entorno del cual fuiste habitante. La caída de las estructuras, la muerte de la idolatría, el fin del fanatismo, el entierro de las tiranías; configuran el derrumbe de la totalidad.  Plutón en Capricornio hackeó el sistema y transformó  tu Luna Aquí y ahora debo despedirme, sin que me tomé el coloni

Despertar de Luna

Se van juntando las muertes como se juntan las flores. Quién diría que para alimentar el alma hay que comer arroz y frijoles, que para cultivar el cuerpo lo mejor es escribir en luna llena. Se van inventando los dones después de muchos dolores.  Quién creería que las duchas de agua fría sino sanan enferman,  que los perfumes dan alergias y el vapor se condensa. Se van secando los charcos después de muchos soles.  Y quién pensaría que la fe no es un rosario consagrado,  ni la suerte ganar la lotería, ni el opio del pueblo una pantalla. Se van juntando las cosechas para vaciar la tierra  y sembrarla con los huesos de tantos antepasados muertos.  Y el consuelo es sólo el desconsuelo agradecido y desnudo.  

Aullido

El recién nacido abandonó el útero y halló el mundo lunar submarino El niño cambió la espontaneidad  por la identidad de "ser alguien". El joven perdió la virginidad, el adulto encarceló a la libertad, el anciano se enfermó de la salud,  y un día el alma se vació del cuerpo. El cofre de corales de la angustia está siempre acompañando con honor nuestra existencia. Somos tahúres zurdos de un ciclo eterno  en un callejón de cumpleaños sin salida. Date por muerto si aún entre líneas estás vivo, si  vas perdiendo el pelo o te dan calambres,  y celebra que la muerte haga tan valiosa la vida en constante transformación hasta el aullido. 

Festina lente

Como una silueta más que un cuerpo, como un espejismo más que una alma, apareciste tu atravesado por la nada, trayendo todo guardado en palabras. Traías el agua para llenar los cántaros, el fuego en una trinidad en llamas y el asombro tatuado en la cara. Quisiera saber cuál es el truco de tu magia, hasta dónde la altura de tus huesos alcanza,  cómo hablar contigo en lenguas muertas. Volver a alguna infancia  donde jugar al escondite  mientras el reloj cuenta. Visitar el mar por vez primera,  recordar lo que aprendí, desnudos como en un cuadro de Sorolla.

Solve et coagula

Llega el poema como una ola de emoción feroz, devoradora. Neptuno sumerge su tridente y apaga hasta al astro rey bajo su mar de estrellas. La libélula de la mente deja de volar, y va hacia el fondo oscuro y frío del mar. Encuentra copas rotas en ciudades olvidadas, pactos disueltos por juicios nulos. El fruto del útero, amargo y podrido. Después de ir tan profundo solo queda volver, a la superficie de un hogar universal amurallado. Después de tanta contracción todo se expande, la inspiración expira y reúne lo que ha creado. El océano te devuelve a la tierra por la que caminas y el Sol te ilumina desde la constelación de Piscis.

I y II

I Fue la luna jugando a sus estilos, el reencantamiento del mundo, quién capturaba plumas y mecía telas de araña. Un pulso de sangre consensuada entre gárgolas y arcángeles. El dardo en el eco de la risa destruyendo las murallas. Fue una temporada de eclipses —o dos o varias— que retornaban y se asomaban desde un puente, para mirar hacia abajo y ver un puñado de vida al que le faltaba incluir la muerte. II Fui vida cuando el Universo abrió sus pétalos, los mismos que después se disecaron en una totalidad marchita. Fui muerte en la otra orilla que ya no conduce a su muelle de corales. Donde lo propio se hizo ajeno, ni las algas sobrevivieron al petróleo del silencio. La última vez vimos el mar más turquesa mientras fuimos cardinales, fijos y mutables. Ahora, buceo libre con un tanque de nostalgia. Los peces ya no nadan, flotan sobre las olas y después de la marea solo queda espuma.

Cosmograma

Tocaba el piano en legítima defensa de doce a tres, el resto del día perseguía sonidos cual si tuviera un síndrome e imaginaba que era armónica en boca de mujer. Mientras caminaba por un andén, subía y bajaba de algún vagón, la marea humana llenaba el vacío al ritmo de un ejército de percusión. Recordaba puntual no poner el despertador, era imprescindible dormir más de la cuenta para poder soñar todas las notas que caben en un pentagrama. De pequeño solían decirle que era bueno socializar; de grande, entre él y el mundo: el silencio, que como nunca es mudo empezó a florecer …y llegaba a sus oídos olor a música.

El tiempo de Irene

Irene solía decirme que el tiempo no existía, no tenía que demostrámelo a su lado se detenía. Había notado que algunos estados de ánimo hacían que se detuvieran los relojes de la ciudad. Juntas pactamos renunciar a ese invento de control social que son las horas en punto y las medias horas. Sin despertador pasamos muchas estaciones, la juventud sin minutero ni segundero alcanzaba para amanecer de luna. La última vez que la vi estaba cumpliendo años y bajaba apresurada la cuesta de una avenida. Desde la ventanilla del autobús le hice un gesto con la palma de la mano para que me esperara. Pero Irene no podía esperar, tenía prisa, quizás el tiempo la perseguía  porque  señalo su muñeca como si fuera tarde. No volví a verla. Consultó el reloj y no veo la hora, solo el paso del tiempo corriendo detrás de ella.

Elíxir

En las mañanas me brillan estrellas y por las noches rayos de soles desde que no te conozco. Desde que no te conozco pero sé que existes, como la flor salvaje que nunca he visto. Puedo soñar con tu tallo suave y me engaño si creo que no queman tus petalos de fuego, corazón de polen, olerte es el riesgo de que todo se inunde de luz y oscuridad, del bien y del mal. Tu amor es tan consentido que sin saciarse busca mapas de ríos y respira territorios vacíos. Si hundo los dedos en la tierra sombría crece la raíz de la sabiduría, semilla amarga de fruto dulce. Me declaro tu aliada en la batalla florida. No quiero guerra, ni urdimbre para la trama, solo que me alumbres algunas madrugadas para enfrentar el abismo de un mundo sin forma.

A pulmón

A veces huele a tabaco y es el pasado, a veces  se siente como el primer día  lo que ocurrió ya hace años. Lías un cigarrillo pero nada es lo mismo, Cronos sigue su ritmo  y Kairos su rumbo. No se puede volver atrás  porque la vida te empuja  como en un continuo parto. No se puede fumar la ceniza. El cuerpo sabe esculpir las huellas, la mente delinear los recuerdos,  danzar del ayer al hoy solo lo logra el  humo de un corazón con nostalgia.

Búhos

Cuando lloran las lámparas de sal y se apagan los paraísos perdidos, brotan detrás de los espejos reflejos que no nos pertenecen. Desde que vivo en una rama estoy loco por no usar mis alas,  las creí rotas por el abrazo de una realidad marchita. Pájaros que vuelan  pero  no proyectan su sombra,  es más seguro salir de noche, ser del viento y la penumbra. He perdido la última cosecha  y el nido en el que duermo,  se han exiliado los gusanos del corazón de la manzana.  Si me ves por algún norte no me devuelvas la figura,  se va al fondo del cielo de las  flores sin semilla.

El oficio

Vender la palabra, como se venden otras tantas cosas... Vender las ideas,  como se venden otras partes del cuerpo —vivas o muertas— bajo las farolas de los semáforos o o empacadas en los supermercados.   Venderse hasta agotarse, como un licor de exportación, quedar en deuda con  la Luna y pagarle el impuesto al Sol . Vender en promoción,  en oferta y en rebaja. Vender para vivir, escribir para existir. Ofrecer lo que no se tiene y comprar lo que no nos falta.  Saciarse por un rato, no más.  Buscar al mejor postor,  condenarse a ser un producto en el mercado libre, ¿libre?   Quedar atrapado entre la tapa y la contraportada, en estanterías llenas de polvo con palabras huecas de ruido. Ser reducido a las cenizas, transformado en barro, disuelto en la tormenta, despedazado por el huracán.   Crear cuando la inspiración te asalta, descansar antes y después del secuestro. Buscar la cerradura para abrir la tienda y volver el rótulo de encarnar el espíritu.